Jorge Aguirre Charvet

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que avizora los conflictos que se le viene, se arrodilla cobardemente ante Colombia y jura ante Dios que nunca financió a la guerrilla narcoterrorista. Presenta a la familia en señal de sometimiento y le dice a Colombia: “unámonos…quiero rehacer esta relación…tenemos que recuperar la confianza”.

Barack Obama, el virtual nuevo presidente de Estados Unidos, frontalmente declara: “Respaldaremos el derecho de Colombia de atacar a los terroristas que buscan santuario en otros países y haremos que se aclare cualquier apoyo que otros vecinos estén dando a las FARC. Este comportamiento debe ser expuesto a la condena internacional, aislamiento regional, y, si se necesita, fuertes sanciones. No se puede tolerar".

Con soberbia y autosuficiencia el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, afirma: “todos anhelamos que se restablezcan las relaciones bilaterales (con Colombia) lo más rápido posible, pero con justicia, con dignidad... yo si sugeriría que mas bien (los colombianos) se pongan a investigar la narcopolítica y la parapolítica que lamentablemente invaden Colombia”.

Esos tres pronunciamientos ocurrieron ayer viernes y merecen ser reiterados y analizados. Indudablemente Chávez está asustado. Las pruebas que se han divulgado hasta el momento, lo señalan como jefe de un gobierno que apoya a terroristas y, por ende, igual de terrorista o, más bien dicho, forajido o malhechor.

El columnista venezolano Óscar Yánez escribió este sábado que de acuerdo con el nuevo derecho internacional Chávez “está presuntamente comprometido con hechos que lo pueden convertir en delincuente internacional y puede ser detenido, enjuiciado y apresado desempeñando sus funciones presidenciales”.

Por eso Chávez se humilló en Brasilia ante el presidente colombiano Álvaro Uribe, en cuyas manos está convertirlo en “delincuente internacional”. Lo hizo igual en República Dominicana, durante la cumbre del Grupo de Río, aunque luego insistió en insolentarse. Uribe se lo recordó ayer: “has insultado a Colombia…debemos comenzar por ahí”.

Sorpresivamente el candidato mulato favorito para llegar a la Casa Blanca, Obama, del Partido Demócrata, entrega su apoyo a Uribe, en los mismo términos que el presidente George Bush, del Partido Republicano, al decir que le apoyará plenamente si envía tropas a Panamá, Nicaragua, Brasil, Venezuela o Perú, para liquidar terroristas.

Y luego Obama dice algo extremadamente gravedad: en su opinión, la intimidad de Chávez y Correa con la guerrilla narcoterrorista debe ser analizada por la comunidad internacional (¿Naciones Unidas o Tribunal Penal Internacional?) y sancionada con la condena internacional, el aislamiento regional y otras fuertes sanciones.

Primera vez que se habla de “aislamiento regional y otras fuertes sanciones” para Chávez y Correa. ¿Acaso bloquear la compra de materias primas y vetar la venta de productos vitales, cerrar las fuentes de crédito, convertirlos en parias, buscarlos, apresarlos y encarcelarlos? Alguien debe decirnos a que se refirió Obama.

Debe saberse que en los Estados Unidos el gobierno en funciones comparte por ley con los candidatos a la Presidencia, incluso si son del partido de oposición, información privilegiada, clasificada y de inteligencia. Obama debe tener la información que sobre el caso Chávez-FARC-Correa, computadoras, etc. maneja Bush e incluso otra más.

Pero el presidente Correa sigue desbarrando: “Colombia está invadida por narcotraficantes y paramilitares”, tituló El Espectador de Bogotá la información en primera página sobre sus más reciente declaración. ¿Es que acaso Correa no se da cuenta o no se lo explican, como se dice vulgarmente, “por donde va la procesión”?.

Correa, igual que Chávez, al relacionarse con los terroristas, ha cometido un delito enormemente grave. Chávez, pese a la ignorancia de la que está ungido, advierte el brete en que se encuentra y prefiere humanizar su discurso. El presidente ecuatoriano, terco, sigue injuriando a Uribe y a los colombianos.

¡Es increíble los extremos a los que puede llegar la estupidez humana! Aborrezco usar expresiones ajenas, excepto las del vulgo, pero Paúl Tabori es magistral cuando escribe:

“Algunos nacen estúpidos, otros alcanzan el estado de estupidez, y hay individuos a quienes la estupidez se les adhiere. Pero la mayoría son estúpidos no por influencia de sus antepasados o de sus contemporáneos. Es el resultado de un duro esfuerzo personal. Hacen el papel del tonto. En realidad, algunos sobresalen y hacen el tonto cabal y perfecto. Naturalmente, son los últimos en saberlo, y uno se resiste a ponerlos sobre aviso, pues la ignorancia de la estupidez equivale a la bienaventuranza”.