Jorge Aguirre Charvet

Tras la maravillosa operación militar “jaque” que el miércoles la rescató de sus captores, Ingrid Betancourt puso hoy en jaque a los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez y de Ecuador, Rafael Correa, al desafiarles a restablecer los vínculos con el gobierno de Colombia y con su presidente, Álvaro Uribe.

Tras reencontrarse con sus dos hijos, Betancourt dijo hoy: "lo primero que tenemos que hacer es un llamado al presidente Chávez y Correa para que nos ayuden a restablecer vínculos de amistad, fraternidad y confianza con el presidente Uribe. Eso es, yo creo, una etapa esencial para que podamos vislumbrar nuevas liberaciones unilaterales".

El reto está lanzado por la misma persona a la que los dos, Chávez y Correa, cuando estuvo en cautiverio, clamaron al cielo que querían liberar. Chávez en realidad algo hizo pero el otro, Correa, habló de ello solo para encubrir los nexos que mantenía con las narcoterroristas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

¿Y ahora que dirán los jaqueados? Como en el ajedrez la movida de Betancourt es maestra. La respuesta corresponde ahora a Chávez y Correa y si no es la conveniente, tras el jaque viene el mate. ¿Quisieron ayudar a Betancourt? Pues ahora les salió el tiro por la culata y ella les puso en jaque. ¡ Maestra ¡

Betancourt invitó a nuevos actores regionales -como la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner y otros jefes de Estado- a que contribuyan a que "esto se mueva", reiterando que la contribución debe realizarse "con el entendimiento de que nos ayuden a la liberación de los secuestrados, no a fortalecer la guerra en Colombia".

Explicó que los cambios que se quieren dar en Colombia deben llevarse a cabo por la vía democrática, "empujando, con la influencia que ellos tienen (Chavez, Correa y demás) sobre los comandantes de las FARC, a que dejen el camino del terrorismo y emprendan el camino de la conciliación, de la negociación, de la paz". ¡ Maestra ¡

Más claro ni el agua. Betancourt está convencida, como muchos lo estamos en el mundo, que Chávez y Correa son fichas seguras de la guerrilla narcoterrorista de Colombia. Hay pruebas suficientes de ello. Entonces son los dos quienes deben hablar con sus “amigos” y convencerlos de la necesidad de la paz ¡ Maestro ¡

Liga de países a favor de la libertad

Betancourt afirmó que Colombia ha demostrado que la libertad es un bien que tiene que respetarse e invitó a todos a inmiscuirse en una lucha para que no hayan más personas en cautiverio, destacando el interés y la ayuda de Francia a favor de los secuestrados y propuso conformar "una liga de países" que tengan ese fin en común.

"Tenemos que hacer una liga de países que ayuden y peleen con nosotros, fraternalmente, por la libertad de los secuestrados en Colombia, como nosotros también tenemos que luchar por la libertad de otros secuestros en el mundo", expresó. Aludió a la premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, en arresto domiciliario en Myanmar.

"Los colombianos podemos marchar desde aquí y solidarizarnos con esos otros seres que están viviendo esos dramas. Lo que nosotros vivimos acá nos da el derecho de trabajar por otras personas. Yo creo que en el mundo hay muchas personas que nos quieren ayudar, muchos comités que tienen que seguir operando por la libertad", dijo.

¿Y ahora, parejita?

La estupidez del gobierno ecuatoriano del presidente Rafael Correa llega a lo absoluto: por un lado lamenta que el rescate de los rehenes del narcoterrorismo colombiano se haya producido tal como ocurrió y, por otro lado, revela las profundas discrepancias que existen en su seno, entre el izquierdista militante y aquel teórico y de cafetín.

Un reporte que este jueves distribuyó el portal http://www.noticias24.com/, dijo:
Ecuador recibió ayer “con alivio” el rescate militar de Ingrid Betancourt y otros 14 rehenes que estaban en poder de las FARC, pero lamentó que la liberación no haya sido resultado de una negociación de paz, declaró el ministro de Defensa, Javier Ponce.

“Me emociona que eso haya ocurrido. Me produce un enorme alivio. Es algo que el mundo estaba esperando, lástima que no se haya dado en el marco de un proceso de paz, sino por un rescate (militar)”, afirmó Ponce durante un recorrido por la frontera entre Colombia y Ecuador.

Es decir que mientras el mundo celebra la limpieza del rescate de los rehenes que no dejó una sola víctima, que no sea ridiculizar a los secuestradores, Ponce lo lamenta y dice, asombrosamente, que el suceso debió darse “en el marco de un proceso de paz”. ¿En qué mundo vive este insulso personaje que no sabe lo que ocurre?

De qué proceso de paz habla este individuo cuando todo el mundo sabe que el narcoterrorismo y los que le apoyan y aquellos de medran de él, están empeñados en un proceso de guerra contra Colombia, su democracia y sus principales instituciones a las que quieren destruir y reemplazar.

Lo peor es que Ponce revela la contradicción flagrante que mantiene con Gustavo Larrea, de quien es colega en la cúpula del gobierno de Correa. Larrea en un pronunciamiento que aparece en el portal http://www.presidencia.gov.ec/ dijo que el rescate de los rehenes ocurrió en el marco de una “acción humanitaria” o de paz.

La declaración textual de Larrea, el izquierdista militante, es la siguiente: “sentimientos de alegría y complacencia llena (sic) al Gobierno ecuatoriano por la acción humanitaria que significa la liberación de Ingrid Betancourt, 3 ciudadanos norteamericanos y 10 miembros de la fuerza pública colombiana”.

¿Por qué no se ponen de acuerdo antes de hablar este par de payasos? ¿A quien quieren hacer creer que integran un gobierno serio y respetable? Si Correa fuera en realidad un estadista debería echar a este par de mangajos que le hacen quedar mal, como echó, porque le incomodaba, al presidente de la Asamblea Constituyente, Alberto Acosta.

¡Basta de desvergüenza! ¡No podemos hacer el ridículo internacional! Que lo haga el ignorante de Evo Morales cuando dice que el rescate ocurrió por acción del presidente venezolano Hugo Chávez o que lo hagan los partidarios del corrupto mandatario de Venezuela cuando afirman que los secuestrados hicieron pactos inconfesables.