Jorge Aguirre Charvet

Estados islámicos y militancia musulmana

Navegando en la red he detectado información para desarrollar este tema, que les invito a compartir conmigo y que por razones de la coyuntura internacional tiene una enorme actualidad.

Estados islámicos son aquellos que se organizan y desarrollan bajo el conjunto de dogmas y preceptos de la religión fundada por Mahoma, recogidos en el Coran, denominándose a sus integrantes como musulmanes o mahometanos. Haciendo un parangón, que no se aplica en la realidad pero que vale como ejemplo, se podría decir que Estados cristianos son aquellos que se organizan y desarrollan en el marco de la doctrina de Cristo, siendo hipotéticamente sus integrantes los cristianos.
El núcleo de la predicación de Mahoma se recoge en cinco puntos que deben ser observados obligatoriamente por todo musulmán y que son: profesión de fe estrictamente monoteísta en Alah, oración cinco veces al día, limosna para pobres y enfermos, peregrinación a la Meca y ayuno durante el noveno mes del año lunar musulmán conocido como el mes de Ramadam.
Si damos por hecho que nuestra sociedad es mayoritariamente cristiana, existe sin embargo una separación total entre lo que es la religión de los individuos y la forma como están organizados sus Estados. Eso no ocurre en los Estados islámicos, en los cuales la religión cuyos preceptos están recogidas en el Coran, dicta normas, conductas y procedimientos de la sociedad en su conjunto.
El problema ocurre cuando la religión, en este caso la musulmana o mahometana, se convierte en la norma absoluta de determinada sociedad, dándose, para los fines de este trabajo, la “militancia musulmana” o “fundamentalismo musulmán” que, como todo extremismo es perjudicial para la sociedad en su conjunto.
La militancia o fundamentalismo religioso, en este caso el musulmán, va a apelar siempre a ideales espirituales que respalden sus aspiraciones políticas para el logro de sus fines. En los países musulmanes con Estados Islámicos y en los países de Occidente con gran cantidad de inmigrantes musulmanes, cualquier crisis política se convierte en una oportunidad para proclamar el gobierno de Alah.
El problema se agrava cuando ocurre lo que se denomina como "integralismo", adjetivación para ciertos movimientos fundamentalistas que usan el terrorismo y la violencia como medio de acción política.
Jeffrey Hadden y Anson Supe definen al fundamentalismo como la proclamación de una autoridad reclamada sobre una tradición sagrada que debe ser reinstaurada como un antídoto para una sociedad que se ha desviado de sus legados culturales.
¿Cuál es la línea que divide a los fundamentalistas y a los integristas? ¿Acaso los fines? Los unos son espirituales y los otros políticos, pero ¿cómo definir “la espiritualidad” de esos grupos? ¿Acaso por lo que dicen sus profetas, imanes o gurus, o por su violencia o pacifismo?
Conforme al ideal moderno la religión es un asunto privado y no tiene porque mezclarse con lo público y lo político. Pero como afirma José Casanova, la religión se ha convertido en un asunto de interés público, según él, por cuatro acontecimientos: la revolución islámica en Irán, la aparición del movimiento "Solidaridad" en Polonia, el papel del catolicismo en la revolución Sandinista y en otros conflictos en América Latina y el resurgir público del fundamentalismo protestante como una fuerza en la política americana.
Vemos entonces que la militancia o fundamentalismo musulmán no es un fenómeno único, sino que forma parte de un conjunto de realidades que marcan al mundo actual en los albores del siglo XXI
Para el pensador Ernest Gellner "El fundamentalismo islámico es un movimiento socialmente fuerte, enormemente simple, poderoso, terrenal, a veces cruel, absorbente, que ofrece un sentido de dirección y orientación a millones de hombres y mujeres, muchos de los cuales llevan vidas de amarga pobreza y que están sujetos a una opresión cruel. Les permite adaptarse a una nueva sociedad de masas identificándose con la vieja y bien establecida "alta cultura" de su propia fe, y explicando su propia privación y humillación como un castigo por haber abandonado el verdadero camino, y no como una consecuencia de no haberlo encontrado jamás; el desbarajuste y la desorientación se reconvierten, de este modo, en un ascenso social y moral, en la conquista de una identidad y una dignidad."
La militancia o fundamentalismo musulmán de simple doctrina o forma de vida, se convierte en integralismo con toda su peligrosidad cuando concurren factores coyunturales como el conflicto palestino-israelí o la guerra o invasión aliada en Irak. Se da entonces la “guerra santa” entre dos sociedades que, en resumen, es la que estamos viviendo en la actualidad al menos en cierta parte del mundo en ebullición.

Nota: cualquier comentario agradeceré transmitirlo al al email jaguirrech@usa.com