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Quito - ECUADOR
La jornada matutina en el Noticiero Nacional del viernes 13 de enero de 2005 la realicé desde los estudios de Gamavisión en el puerto de Guayaquil y por sus características constituyó una nueva experiencia digna de ser relatada.La noche del jueves asistí en la ciudad portuaria a una fiesta para publicistas y empresarios, en la que nos dimos cita los ejecutivos, anchorman, presentadoras de noticias y, en general, quienes hacen comunicación en Telecentro, Gamavisión y Cablevisión, que forman un grupo mediático integrado además por La Razón digital y varias radioemisoras.
Fue una noche de camaradería en la que, como siempre, destacó la belleza y el donaire de la mujer guayaquileña que -como en pasarela- desfiló esplendorosa por los patios de la empresa comunicacional porteña. Hubo también oportunidad para dialogar y conocerse con el resto de compañeros que hacen el día a día en las tres empresas.Tras la fiesta y un breve descanso en el Hotel Ramada, en la playa del río Guayas, volví muy de madrugada el viernes a Gamavisión para la emisión del Informativo Nacional matutino.
Los guayaquileños son excelentes anfitriones y así se comportaron. Se me facilitó enormemente el trabajo para cumplir mi rutina matutina de monitorear los informativos internacionales en la televisión y acceder a Internet a fin de enterarme de las últimas novedades, antes de ingresar al set.Una profesional del ramo se esforzó en mejorar mi apariencia personal -difícil tarea por cierto- y cuando todo estuvo a punto fui al set. Ocupé la mesa con Cinthya Plaza y, a punto de entrar al aire, hizo su espectacular aparición de siempre, el inefable Rodolfo Baquerizo.Los últimos segundos antes del inicio del programa, son siempre deliciosos. La tensión gotea e igual la broma a flor de labios explota sin freno.
Para mí, la novedad, fue el uso del “apuntador” un artilugio esponjoso que me fue insertado en el oído izquierdo, conectado a un aparato que me fue depositado en el bolsillo interior de la chaqueta. Es una mecanismo inalámbrico que permite escuchar todo el tráfago que ocurre tras cámaras entre camarógrafos, jefes de piso y el personal del master en video y sonido. Con esa ayuda el anchorman, además de seguir en el estudio la entrevista y sus incidencias, conoce y puede intervenir en los intercambios que mantiene el personal de la estación para llevar a buen éxito la programación.
Otra novedad fue el micrófono de clip, prensado en la chaqueta y unido a otro aparato ubicado en el cinturón a mis espaldas, también inalámbrico y que permite libertad de movimientos en caso de que aquel que lo utiliza, necesite moverse, levantarse y volverse a sentar.La emisión se realizó en un ambiente agradable y sumamente distendido. El primer entrevistado concurrió a los estudios en Guayaquil y todo fue, como vulgarmente se dice, “pan comido”. Valeria Mena, en Quito, estuvo sola en el estudio y cumplió, como siempre, una excelente labor, convertida en la anfitriona de los otros tres invitados a los que Rodolfo Baquerizo y yo entrevistamos desde Guayaquil, mediante la magia de la comunicación vía microonda, en video y audio real.
Pude notar que el estudio es algo más pequeño que el de Quito y todo se desarrolla en un ambiente más cerrado. Al finalizar el informativo hizo su aparición el gran experto deportivo, Roberto Bonafont, quien al igual que Rodolfo Baquerizo en la presentación, no cesaron de referirse a supuestas proezas mías en la fiesta de la noche anterior, lo cual, para quien me conoce, roza con la más flagrante irrealidad, ya que lo que nunca he hecho es desmandarme públicamente, no porque no desee hacerlo ya que ganas no me faltan, sino porque prefiero alternar con quienes saben mucho de la escena política y social de Guayaquil, sabrosa en su anecdotario y características.
Resumiendo, cumplí mi trabajo desde Guayaquil sin obstáculos o problemas y tras despedirme cruce la Avenida de las Américas, bajo el “techo” protector de un paso a desnivel que no conocía e ingresé al aeropuerto Simón Bolívar para volar a Quito a la rutina diaria, utilizando los servicios de Aerogal. Hace unos 30 años, cuando laboraba en El Observador, programa noticioso de Canal 10 de Guayaquil, viajé en varias ocasiones a esa ciudad por asuntos de trabajo y ahora, aunque encontré cambios en la arquitectura de la edificación y urbana, lo único que hice fue volver a una casa en la que siempre obtuve el mejor trato y las más amables atenciones.
Guayaquil, una verdadera perlaAlgo que debo mencionar es lo relativo a Guayaquil, la capital económica del Ecuador y su ciudad más importante. Por fin es la ciudad que siempre debió ser. Por mar la urbe es la puerta de ingreso al Ecuador y en mi memoria fue siempre una ciudad lamentable: sucia, peligrosa y maloliente.Ahora Guayaquil es una auténtica perla ensartada en el collar majestuoso de las grandes urbes del planeta. Cerca de la madrugada del viernes hice un rápido recorrido a pie y en taxi por su geografía y lo que ví me complació enormemente.
Guayaquil es otra ciudad, como lo son, porque las he visitado recientemente, Quinindé, Loja, Cuenca y Ambato, no se diga Quito en donde resido. Hay un empeño creciente en las administraciones municipales por mejorar el entorno de las principales ciudades del país y eso es digno de mencionarse. Cuando la administración edilicia cae en manos de los mejores hombres y mujeres las ciudades progresan.Cuándo ocurrirá lo mismo, me pregunto, en el país.
Guayaquil es distinta. El pasado, un pestilente olor flotaba en el ambiente, que siempre se me lo explicó como resultado de los efluvios de la ría. La basura amontonada en calles y esquinas, la alta peligrosidad que era el pan de todos los días, el caos del tráfico motorizado, portales sucios, el amontonamiento de cables de electricidad y teléfonos que decoraba las bocacalles, las fachadas con pintura que se caía en trozos o apariencia pueblerina, eran entre otras muchas, características que el peatón de la ciudad no notaba pero que al extraño golpeaban en una rápido recorrido por sus calles.
Ahora tras caminar por sus calles o recorrerla preferentemente por el centro -que es el que ve el visitante nacional o extranjero- pude constatar que Guayaquil huele bien, está limpia y pintada con gusto, los parques y monumentos están excelentemente cuidados, se puede caminar sin tener los pelos de punta por temor a los ladrones, los cables han desaparecido y se han convertido en subterráneos.
Como dije y lo repito, Guayaquil está hermosa y bien que se lo merecía. Ojala no vuelva a caer en manos del bandidaje, la improvisación y la politiquería, todo ello en el campo administrativo local, porque sus secuelas son la barbarie, el robo y el caos total. Guayaquil, la perla del Pacífico, la ciudad heroica, la capital económica del Ecuador, no se lo merece.
El Editor
publicadas por Jorge Aguirre Charvet #
1/30/2006 