Jorge Aguirre Charvet

Diego Estacio y Carlos Palate, la “cuota” ecuatoriana en la guerra entre el Estado Español y la banda delincuencial de la ETA

Un “anónimo” que se autodenomina “paco” y se esconde bajo la dirección electrónica de anonymous-comments@blogger.com, envió un comentario a mi email, glosando el post de mi blog www.jorgeagurrech.blogspot.com en el que me ratifiqué en la apreciación de que Ecuador no solo pone los trabajadores que España necesita, sino también los muertos de esta nueva etapa en la guerra que el país ibero mantiene contra la guerrilla de la ETA.

Una de las acepciones que el Diccionario de la RAE asigna a la palabra “paco” es, sorprendentemente, el empleo coloquial despectivo de “miembro del cuerpo de policía”, utilizado en Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile. Es decir, si alguien quiere manifestar su desprecio a un gendarme atrabiliario y asqueroso que actúa fuera de la ley, lo llama “paco”.

Por ética y aseo el “anónimo” es inmundicia y, como tal, su único fin es el tarro de basura. Peor si su autor, inconscientemente, se identifica como “paco”, es decir, como lo que seguramente es, un mercenario a sueldo, de los criminales que matan escondiéndose o de los fundamentalistas que les hacen el juego.

El susodicho “paco” sostiene que “los muertos no tienen nacionalidad”, es decir, que Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, a los que ETA mató el 30 de diciembre de 2006 en el aparcamiento de Barajas, son realmente como que banda asesina los calificó anonónimos “efectos colaterales”.

No “paco”. Palate y Estacio son dos ecuatorianos dignos muertos en la lucha fratricida que lleva ya más de 40 años, protagonizada por una gavilla enloquecida, los de ETA, que representan únicamente el ocho ciento de los vascos y 0,4 por ciento de los españoles. Según la página http://clientes.vianetworks.es/personal/angelberto/asesinados.htm son ya cerca de un millar los que han muerto desde el 28 de junio de 1960 en que ETA asesinó en San Sebastián a Begoña Arroz Ibarrola, una niña de apenas ¡¡22 MESES!! de vida como resultado de la explosión de una bomba que armó.

ETA, son las iniciales de la expresión en idioma vasco Euskadi Ta Askatasuna, que en español significa Patria Vasca y Libertad. Identifica a una organización terrorista e ilegal que formalmente apareció el 31 de julio de 1959, para desarrollar la lucha armada a fin de conseguir la independencia de los territorios vascos, de España y Francia. Durante las postrimerías de la dictadura del general Francisco (otro “paco”) Franco, ETA mato a 45 personas y durante la democracia, hasta el fin de 2006, la nomina sangrienta fue de 936 personas, incluidos los ecuatorianos Palate y Estacio.

Palate y Estacio son parte de los casi tres millones de inmigrantes -legales se entiende- que en España están haciendo lo que los españoles no quieren o desean hacer. Como son ya parte del primer mundo, hay algunas tareas que los “finos” españoles no asumen como la atención a ancianos, niños y enfermos, tareas agrícolas y de servicio domestico, lavandería, etc. Son 340.671 los ecuatorianos con papeles que les dan haciendo el trabajo sucio a los españoles ¿Cuántos son en realidad los ecuatorianos -incluidos los sin papeles- que realizan ese trabajo? Difícil saberlo. Hay quienes piensan que superan el un millón de connacionales que allí buscan lo que su propio país no puede darles, pero ese es otro cantar y ningún “paco” tiene derecho a analizarlo.

Lo único cierto es que la cuota ecuatoriana en el actual éxito económico español, es elevado. Allí están prestando su concurso como albañiles, agricultores, empleadas domésticas, lavanderas. También como profesionales en diferentes campos, ya que muchos de los ecuatorianos que parten son mujeres y hombres con estudios superiores que frustrados buscan mejores horizontes.

Me olvidaba que también hay ecuatorianos en la mira de los terroristas de la ETA y como muestra están Palate y Estacio. Al fin y al cabo, son ciudadanos de segunda, cuya sangre muy bien puede reemplazar a la de un español que ahora se codea con los ciudadanos de los países grandes del mundo industrializado, a los que se puede convertir en “efectos colaterales” de un conflicto. Es que ahora España está en el primer mundo. Hace cinco siglos era un imperio con pies de barro que “exportaba” a la hez de su sociedad para que vaya a la América India a dedicarse al latrocinio, el asalto, la violación y la muerte, con el encargo de devolver a la península enormes cargamentos de oro, plata y otras riquezas para que la Corte española sea poderosa y se codee con sus pares del Viejo Continente.

Hace 500 años América enviaba riquezas. Ahora envía sangre para que España se engrandezca y si alguien niega que el último día del 2006 Ecuador puso los muertos en la lucha contra ETA, es un ingenuo o un inmundo y vulgar “paco” de última factura.