Jorge Aguirre Charvet

Las FARC, con Manuel "tirofijo" Marulanda a la cabeza, han escogido la guerra en lugar de la razón para lograr sus objetivos. Entonces hay que responderles con la fuerza y exterminarlos. No cabe razonar con ellos ni con los que los apoyan.

Una nota informativa del diario El Comercio de Quito relata las características terribles del ataque militar colombiano contra un campamento guerrillero asentado en territorio ecuatoriano. No cabe otra cosa que decir que ante la existencia de un cáncer infecto, hay que proceder quirúrgicamente para erradicarlo. No caben “monjitas de la caridad” frente a criminales avezados.
En la década de los años 80, en Ecuador, un gobierno de derecha exterminó literalmente hablando a la naciente guerrilla y nuestro país no tiene ese cáncer ni sus consecuencias. Costó “sangre, sudor y lágrimas” y aun enfrentan consecuencias los líderes de esa acción. Pero, insisto, ante el cáncer hay que actuar con fuerza. Matar o esperar ser muerto.
En base al testimonio del teniente coronel José Núñez, comandante del Batallón de Operaciones Especiales de Ecuador, El Comercio informa que las fuerzas colombianas incursionaron en dos asaltos. El primero a las 00:00 con la incursión de varios helicópteros artillados, los cuales bombardearon el campamento instalado en una extensión de cuatro hectáreas y a unos 2,5 kilómetros del río Putumayo. El segundo sucedió a las 03:00, con la incursión de otro grupo de aviones y helicópteros, pero esta vez la maniobra se complementó con descenso de personal militar que ametralló a los insurgentes y se llevó el cuerpo sin vida del jefe guerrillero Raúl Reyes.
Yo comento: la precisión del informe del Teniente Coronel Núñez es pasmosa. Sabe con hora y minutos la hora del ataque colombiano y sus características ¿La versión oficial del gobierno de Quito no era, acaso, que no había ningún elemento militar ecuatoriano en el área al momento del ataque? Núñez cuenta las horas precisas de los ataques, el tipo de naves aéreas utilizadas, en qué consistió realmente la operación. Parece ser que Núñez fue testigo del hecho
El Ministro ecuatoriano de Defensa, Wellington Sandoval, cuya profesión es la de médico, precisó a El Comercio: “No hay dudas, el ataque se hizo desde posiciones ecuatorianas. Lo hicieron de sur a norte. Hay evidencias claras”. Sandoval lideraba el ente de seguridad social de Ecuador y Correa lo elevó el año pasado a la cartera de Defensa Nacional.
Según la nota periodística, el campamento de la guerrilla colombiana quedó reducido a escombros, por el impacto de por lo menos seis bombas y explosivos que cayeron en el centro de los dormitorios, destruyendo todo. Era, por lo visto un bien montado campamento que a las autoridades ecuatorianas se les pasó por alto. Los hallazgos de instalaciones similares han sido logrados en el pasado, pero se los ha encontrado abandonados.
Dice el periodistas que vio cadáveres que “vestían trajes de descanso, la mayoría prendas interiores”, por lo que deduce que ante el ataque no tuvieron tiempo para reaccionar. Claro está: unos dormían mientras otros hacían guardia y seguramente estos últimos fueron los que dispararon a las tropas colombianas al sentir la incursión
Continúa la versión periodística: Los cadáveres tenían heridas penetrantes de armas de fuego e impactos de esquirlas en brazos, cabeza y espalda. La onda explosiva alcanzó hasta cuatro metros de altura, ello era evidente con la destrucción de las copas de los árboles, ramas y los impactos en los troncos. Los disparos también se observaron en las carpas, prendas de vestir y viandas que fueron perforadas por esquirlas y balas.
La que dice El Comercio es la imagen precisa de los resultados de un ataque militar. Así se debe proceder. No se avisa que se va a atacar. Se lo hace sorpresivamente y con la mayor fuerza posible o de lo contrario pueden reaccionar los atacados y causar bajas en los atacantes. Agrega el periodista, citando al ministro que es un médico: “Se trata de una operación quirúrgica como ellos la llaman, con presión y uso de tecnología de punta. Actuaron con visores nocturnos y detectores de calor”.
La nota periodística dice también que se encontraron trozos de manos, dedos y otras evidencias como armamento, prendas militares, cartas, literatura subversiva, chancheras y criaderos de aves de corral. Los explosivos que cayeron en la zona ocasionaron grietas de hasta dos metros de profundidad y la mayoría cayeron en el área de dormitorios. En la cocina y en la lavandería no se registraron daños.
En otras palabras, insisto, se trató de una fuerte operación militar para acabar con quienes han escogido la opción de violencia, en lugar de la de la razón. Colombia debe seguir actuando así. Tiene información suficiente y la fuerza necesaria para acabar con las FARC, el ELN, los paramilitares, etc. Si Álvaro Uribe no aprovecha la oportunidad será juzgado por la historia.
Dice El Comercio que los militares ecuatorianos encontraron a tres mujeres heridas, que formaban parte del campamento guerrillero, una de las cuales contó que en momento del ataque se encontraba amarrada a un árbol, sancionada por una falta disciplinaria. No caben comentarios. La guerrilla es sanguinaria incluso con aquellos que le sirven, sean del sexo que sean.