Jorge Aguirre Charvet

La declaración presidencial que a mi, personalmente, me ha extrañado sobremanera es aquella según la cual Ecuador “coordinara” primero con Venezuela, antes de resolver el reinicio de relaciones diplomáticas con Colombia. ¿De cuando acá depende de otro país la política internacional de nuestro país?

¿En manos de quién hemos caído? Es que también el rompimiento de declaraciones con Colombia lo consultamos o lo coordinamos con Venezuela. Acciones de se tipo son soberanas de cada país cuyo gobernante es el responsable único del manejo de la política internacional. Pero aquí no. Aquí es una función compartida.

Acaso no se vio a la conclusión de la Cumbre del Grupo de Río, como el Presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, anunciaba oficialmente que daban pie atrás en la decisión que adoptó horas antes de romper con Colombia. Pero Ecuador no. Primero debe consultar o coordinar con el “gran hermano” a ver qué hace.

Y como el “gran hermano” se encuentra en La Habana cumpliendo una repentina visita oficial, habrá que esperar que regrese a Caracas para consultarle si Ecuador debe o no reiniciar sus lazos diplomáticos con Colombia. ¡Gran cosa! Los pueblos de las fronteras no esperan ridiculeces y este sábado mismo volvieron a abrazarse.

Actitudes como estas hacen que en el resto del mundo nos llenen de ignominia. Cuando estamos ya en la mirada de todos, tras la terrible acusación respecto a que las FARC “aportaron” en la campaña electoral para el candidato Correa. El silencio oficial al respecto fue sepulcral. ¿Y que dirá el Tribunal Supremo Electoral? ¿Lo sabrá.

Pedro Lastra escribe: “No fue a por un puñado de dólares, como los que le permitieran a un aficionado Rafael Correa hacerse con el poder de un país que en su momento Simón Bolívar calificara de republiqueta. Que de otra manera no se explica que un país hecho y derecho sea gobernado por un amateur tan bisoño y lampiño que da grima”.

El periodista venezolano resume además los ocurrido en República Dominicana: “Correa puesto en ridículo, Daniel Ortega con la cola entre las piernas y Hugo Chávez tragándose sus poderes de seducción ante un hecho incontrastable: Álvaro Uribe le ha vuelto a dar una lección de estatismo, seriedad, coraje y sentido histórico”.