Jorge Aguirre Charvet

Chávez y Ortega han restablecido ya relaciones con Uribe, en tanto Correa lo sigue postergando aquejado, eso sí, de la acostumbrada incontinencia verbal

Tras la crisis de inicios de marzo, el presidente venezolano Hugo Chávez se está moviendo rápido para evitar que cuelguen a su país el baldón internacional de Estado que auspicia al terrorismo, en tanto el ecuatoriano, Rafael Correa, eleva “protestas”, anuncia “enjuiciamientos” y pide el envío de tropas extranjeras.Chávez llamó este jueves a su colega colombiano, Álvaro Uribe, y ambos conversaron largamente sobre el futuro de las relaciones, tanto a nivel de países como en el campo personal, y dejaron pendiente los detalles de una próxima cita cumbre que podría dar por superado el agudo enfrentamiento que mantuvieron por casi un semestre.
También ayer, Colombia recibió un nuevo varapalos de Correa, que debe decidir sobre el restablecimiento de relaciones con ese país, lo que continua postergando. En su momento dijo que ese restablecimiento lo coordinaría con Venezuela, pero Chávez al igual que Daniel Ortega, de Nicaragua, ya lo decidieron sin tomarlo en cuenta.
Chávez, como se dijo, ve con preocupación que las revelaciones que pueda arrojar la investigación de los cuatro computadores de Raúl Reyes, le compliquen su accionar a nivel internacional, por ejemplo, en la compra e intercambio de petróleo e insumos, de llegarse a comprobar que cometió la felonía de ayudar a la guerrilla
Correa, en tanto, está preocupado por las derivaciones de la crisis nivel interno, no por las consecuencias en lo internacional como debería ser, dedicando su tiempo a comentar publicaciones de prensa o pronunciamientos oficiales de otros países, en lugar de preparar el ambiente para los acontecimientos que se avizoran.
Chávez, más ducho, ve como escenarios, a corto plazo, la cita extraordinaria de cancilleres de la OEA que retomará la crisis ecuatoriano-colombiana ya que Bogotá, perfectamente y con pruebas en la mano, podría demostrar fehacientemente que Quito y Caracas, solos o coaligados, favorecen a los ilegales que Colombia combate.
Correa en tanto, desubicado, propone que España y Estados Unidos envíen tropas para cuidar la frontera entre Ecuador y Colombia, contradiciendo su discurso contrario a la presencia de tropas extranjeras en el país, en el que basa su posición por el cierre, en 2009, de la base estadounidense en Manta, tras una década de permanencia.
En la reunión de Cancilleres de la OEA el lunes -que podría suspenderse o postergarse- Colombia probaría acaso que el ataque del 1 de marzo contra Ecuador lo hizo desde su territorio y que el ingreso armado para retirar dos cadáveres, cuatro computadores y documentos, lo realizó previa consulta con algún estamento militar ecuatoriano.
Entonces, en función de que ello probablemente ocurra, Ecuador debería articular una estrategia y abandonar la proclama grandilocuente y el discurso de barricada, que son inservibles y que ningún provecho dejan. Estamos igual que durante las repetidas crisis entre Ecuador y Perú, cuando los líderes de turno inflamaban demagógicamente.
Ya en República Dominicana, el presidente venezolano dejó a Correa abandonado y a su suerte. En la próxima cita de Cancilleres de la OEA, perfectamente podría actuar igual, ya que más le interesará, sin duda, que Uribe baje el tono a cambio, por ejemplo, de retomar el intercambio comercial fluido entre ambos países.
Con la experiencia de lo que ocurrió hace una semana, Ecuador no debe ir a la reunión de Cancilleres creyendo que Venezuela, e incluso que Bolivia y Nicaragua, le serán solidarios. Posiblemente tengamos que actuar solos apareciendo, a fuerza de argumentos, en equivocadamente ofendidos por falta de información suficiente.
Chávez aspira, con toda seguridad, que Uribe no le siga complicando la vida con nuevas revelaciones, dándole argumentos a Estados Unidos para proceder contra Caracas. También le interesa, sin duda, que productos colombianos de consumo básico, vuelvan a ingresar a Venezuela para alimentar a una población famélica.
Correa debe darse cuenta que en la relación internacional, lo mismo que en la vida, raro es el país solidario con otro, que no sea porque alguna utilidad a cambio de ello recibe. Tras nueve años el Presidente venezolano afronta un cúmulo de problemas internos y externos. A Correa, al fin y al cabo, solamente lo hemos soportado 14 meses.