Jorge Aguirre Charvet

Me pregunto: ¿la decisión personal de un individuo de no sentirse representado por un gobierno y sus integrantes, constituye una acción válida? Y lo cuestiono porque cuando se ve estulticia e incapacidad en los líderes de una coyuntura, la vergüenza que se siente lleva aparejada una sensación de rebeldía que, al parecer, no tiene salida.

Es imposible admitir la prepotencia inmunda con que pretenden construir una realidad dialéctica falsa cuando, por lo poco que se sabe, esos líderes fueron interlocutores y beneficiarios de una gavilla de asesinos, secuestradores y asaltantes de camino, a los que el mundo los tiene identificados como delincuentes narcotraficantes y terroristas.

¿Será acaso que están nerviosos y se ven perdidos? ¿Es la típica “patada del ahogado” la que están instrumentalizando? Enronquecen proclamando a los cuatro vientos su limpieza y honorabilidad, cuando saben que en poco tiempo se tendrán todas las pruebas para demostrar fehacientemente que están embarrados hasta el cuello.

Cada día que pasa los integrantes del gobierno ecuatoriano hacen frente al mundo, con la desvergüenza pintada en el rostro y, ahora admiten que estaban perfectamente enterados de la presencia de la guerrilla narcoterrorista colombiana en nuestro territorio y que nada hicieron. ¿Miedo?, ¿complicidad?. Nadie sabe el por qué de su pasividad.

El mismo día en que The New York Times muestra las pruebas de la alianza facinerosa entre autoridades y la guerrilla, la más alta instancia político-militar admite paladinamente que sabían con certeza que Raúl Reyes “despachaba” desde nuestro territorio, pero se pierde en elucubraciones cuando trata de explicar la inacción oficial.

El pronunciamiento fue realizado por el ministro de Defensa Nacional, Wellington Sandoval, quien sin embargo y hasta entrada la tarde de este lunes, no emitía comentario alguno sobre la incursión de un helicóptero militar ecuatoriano, sobre territorio colombiano, ocurrida el domingo. ¿Acaso no fue informado como parece que se acostumbra en las más altas instancias del gobierno?

Y hoy, cuando se esperaba el inicio de la ofensiva diplomática contra Colombia por el ataque militar del 1 de marzo, la Cancillería informa que pidió a la Corte Penal Internacional que procese al gobierno colombiano, por fumigar la zona de frontera para erradicar cultivos de hoja de coca, una tares que lleva suspendida casi un año.

Algo está ocurriendo. Los niveles superiores del gobierno no tienen coordinación. El vicepresidente Lenin Moreno recuerda que el Presidente es el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y, sin embargo, confirma que no fue informado que la guerrilla colombiana tenía un importante agente en Quito al que se lo seguía desde 2003.

Si es cierto que militares y policías no informaron del particular a la máxima instancia política del Estado, por que no los destituyen sin fórmula de juicio. ¿Será acaso que no los sancionan así porque militares y policiales si les entregaron esa información sensible y ellos no actuaron porque tenían “compromisos previamente contraídos”?

El expresidentes mexicano Vicente Fox ha dicho a un diario argentino que “las democracias de América latina están amenazadas por el populismo y por la demagogia”. Olvida Fox que algunos gobiernos de la región son desvergonzadamente corruptos y tienen alianzas contra natura con delincuentes asesinos.

Delincuentes asesinos como los que hoy, en la ciudad colombiana de Neiva, dispararon y obligaron a aterrizar a un helicóptero porque sospechaban que transportaba dinero. Esos mismos delincuentes asesinos a los que hoy se les frustró un embarque de cohetes antitanque que fue capturado en la isla colombiana de San Andrés.

No hay que perder de vista que la primera información que surgió de los computadores de Raúl Reyes identificó a un Ministro en funciones del gobierno ecuatoriano que se reunió con el guerrillero para pactar protección y libertad de acción. La cita fue confirmada y se cayó en contradicciones al momento de explicar lo que en ella se trató.

Tampoco hay que olvidar que está documentado que las actuales autoridades ecuatorianas, cuando estuvieron en campaña electoral en 2006, pidieron y obtuvieron 100.000 dólares de la guerrilla. Eso no lo han confirmado, sino que lo han considerado parte de la que llaman “campaña mediática” de Colombia contra Ecuador.

Hay muchas cosas aun por descubrirse y cualquier intento por acallarlo es cobarde. No procede, desde ningún punto de vista, el consejo que el diario El Tiempo de Bogotá, transmitió al gobierno colombiano en su editorial del domingo, respecto a que se resuelva el tema privadamente y a nivel de gobiernos.

Según el diario colombiano, lo mejor sería proceder como debió hacerse desde un principio: acopiar y sopesar el material, entregarlo en privado a los presidentes de Venezuela y Ecuador, y abrir con ellos, sin micrófonos, la delicada discusión. Discrepo con El Tiempo, porque es necesario que impere la verdad.

Dijo también El Tiempo y no lo comparto, que “el manejo de la información por las vías diplomáticas podría resultar más efectivo para persuadir a Venezuela y Ecuador de los serios problemas que conlleva el que la guerrilla tenga campamentos en sus territorios. Es bueno, además, que sepan que aquí se sabe mucho más de lo que creen Chávez y Correa y esto puede ser un elemento disuasivo más importante que cacarearlo a los cuatro vientos”.