Jorge Aguirre Charvet

El presidente Hugo Chávez y el gobierno que encabeza en Venezuela, están a un tris de convertirse en delincuentes internacionales y recibir sanciones por ayudar a la narcoguerrilla terrorista colombiana. ¿Es este el momento de entrar en contubernio con él, hallándose como se halla en la cima de la ola del desprestigio interno y externo?
El asunto es muy simple: si a Chávez y a su gobierno les prueban fehacientemente complicidad con el terrorismo organizado, pasarán a integrar una nómina con Corea del Norte, Cuba, Sudán, Siria e Irán de los Estados considerados igualmente terroristas, merecedores de sanciones financieras y comerciales.
¿Pero, conviene colocar a Chávez y a su gobierno ese sambenito? Andrés Oppenheimer en El Nuevo Herald pidió el jueves que no se lo haga porque se lo convertirá en víctima, tanto a lo interior de Venezuela como internacionalmente. Yo voto porque se lo haga y que se estudie la aplicación de similar medida a otros líderes y a sus gobiernos.
Sergio Gómez Maseri, corresponsal de El Tiempo de Bogotá en Washington, informó hoy que la legisladora de Florida Eliana Ross-Lehtinen y otros congresistas republicanos presentaron un segundo proyecto de Resolución (H.R. 1049) en la que piden adoptar la sanción contra Chávez y su gobierno.
Añadió que la medida implicaría el congelamiento de activos venezolanos en los Estados Unidos y el bloque de las relaciones comerciales entre ambos países, aunque según algunos analistas a lo que citó, podría ser contraproducente no solo para los mismos Estados Unidos. sino también para Colombia y la región en su conjunto.
Visto así el panorama se comprende la estrategia de Chávez de acercarse el jueves al presidente colombiano Álvaro Uribe y hablar largo y tendido con el por teléfono. El comunicado oficial que el gobierno colombiano expidió sobre el encuentro, fue reproducido textualmente por las autoridades de Caracas en los medios que controlan.
La estrategia de Chávez está en línea con aquella que le habría sido recomendada por las autoridades de Cuba, incluido el mismísimo Fidel Castro, durante la repentina vista que realizó hace una semana a la isla, tras la Cumbre del Grupo de Río en República Dominicana, que permitió a Chávez abrazarse y palmotearse con Uribe.
A Cuba y a los Castro, específicamente, no les interesa un Chávez debilitado y a punto de ser derrocado. El “oxigeno” que les provee en materia energética y financiera, les permite sobrevivir tras el agotamiento de la ayuda que recibían de la ex Unión Soviética y los desaparecidos países de la Europa Oriental bajo la égida de Moscú.
La caída de Chávez tampoco le interesa a Evo Morales, el Presidente de Bolivia, que depende enormemente de la ayuda que en “crudo y cocinado” recibe de Caracas. En similar situación está Daniel Ortega de Nicaragua, a quien la Cumbre del Grupo de Río parece haberlo silenciado largo y tendido.
Lula da Silva, en Brasil, podría sentirse satisfecho con el ocaso de Chávez. Demasiados problemas le ha provocado. Igual al gobierno de la señora Cristina Fernández en Argentina podría interesarle que Chávez y lo que arrastra desaparezcan. No le conviene que salgan luz algunas trapisondas que posiblemente la vinculan con Chávez.
La “fraternidad”, por decirlo menos, del presidente ecuatoriano, Rafael Correa con Chávez es por todos conocida, aunque hay quienes creen que en los últimos meses se había producido un alejamiento a raíz del ningún apoyo que recibió de Quito el bocón venezolano, luego de que el Rey de España, en octubre y en Chile, lo mandara a callar.
Chávez cayó en barrena tras perder en diciembre la consulta popular que le negó la posibilidad de perpetuarse en el poder. Continuó cayendo al desaparecer los alimentos de la canasta familiar de los venezolanos, pese a que el país recibe enormes sumas de dinero por la venta y exportación de un petróleo sobrevaluado.
Todo se complicó con los escandalosos detalles de la liberación de rehenes en manos de la guerrilla colombiana a fines de diciembre, las revelaciones del accionar del “maletinero” Antonini Wilson repartiendo dinero venezolano y la congelación de los depósitos en el extranjero de Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Ahora Chávez está señalado como aportante de la guerrilla, facilitador del tráfico de drogas y refugio de guerrilleros sanos, enfermos o ancianos. La inseguridad campea en las calles de las principales ciudades venezolanas y la corrupción en los altos estamentos del gobierno es más que evidente.
¿Conviene entonces, formar ligar, integrar yunta con Chávez? Es la pregunta que dejo en el aire para que aquellos que la lean la respondan