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Quito - ECUADOR

La información y sus complejos mecanismos de emisión, procesamiento y recepción, sustentan el conflicto que mantiene enemistados a los gobiernos de Ecuador y Colombia, y que cada día que pasa se agrava y complica, con mutas acusaciones e informaciones contradictorias que emiten ambas partes, sus portavoces y sus secuaces.
Hace casi un lustro un intercambio de información de inteligencia entre Ecuador y Colombia, permitió detectar un foco de apoyo a la narcoguerrilla colombiana que desembocó en la captura en Quito de Simón Trinidad, preso ahora en una cárcel de Estados Unidos, a donde fue extraditado por las autoridades de Bogotá.
El seguimiento por militares y policías de esa estructura ecuatoriana de apoyo a la narcoguerrilla, habría producido efectos relacionados, fundamentalmente, con la permanencia en el tiempo de la conexión entre los aparatos de inteligencia de los dos países y de otros interesados, para el intercambio consiguiente de información.
Los gobiernos ecuatorianos que se han sucedido en lo que lleva de transcurrido el siglo XXI, no han querido involucrarse en el conflicto colombiano, argumentando la vigencia del principio internacional de no intervención en los asuntos de otro Estado, pero el intercambio de información entre los organismos de seguridad se ha mantenido.
Los vuelos militares de Estados Unidos, desde y hacia la base que controlan en el puerto ecuatoriano de Manta, deben producirle a ese país, abundante información sobre los movimientos de las bandas armadas que actúan en territorio colombiano, por sus lógicas emisiones de calor y de señales de radio, telefonía celular, GPS y de otro tipo.
Los gobiernos de Washington y Bogotá mantienen excelentes relaciones, por lo que el intercambio de información debe ser fluido, no solo de lo que se da en la frontera con Ecuador, sino de lo que acontece en el límite entre Colombia y Venezuela, en base a lo que recolecta, por distintos mecanismos, la inteligencia estadounidense.
El gobierno ecuatoriano denunció (¡gran cosa!) que sus organismos de inteligencia militar estaban controlados por los estadounidenses y se precipitó la purga en los altos mandos castrenses. Washington ignoró olímpicamente el tema y no emitió comentario alguno, sobre algo que fue sobredimensionado por Quito, por razones políticas.
No solo la Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), opera en Ecuador. Lo hace también la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y otras varias agencias de inteligencia monitoreadas desde Washington, algunas de las cuales son desconocidas para el común de los mortales como Echelon que recopila información electrónica.
Pero Quito hizo un escándalo y el gobierno del presidente Rafael Correa estructuró un nuevo mando militar que, hasta que se acomode en sus escritorios, será mucho más fácil de controlar. Como ministro de Defensa fue nombrado un intelectual y periodista, en su tiempo, objetor de conciencia al servicio militar obligatorio.
¿Y por qué la crisis militar como resultado de la supuesta relación militares-CIA? Porque molestó a Correa no haber sido informado por los uniformados sobre la inteligencia que tenían, concretamente, respecto a que en el país operaba un foco de apoyo a la narcoguerrilla y, talvez, que ésta tenia un campamento en la selva oriental.
Porque la inteligencia ecuatoriana, por propia iniciativa y por los contactos con la colombiana y la estadounidense, debió saber que Raúl Reyes -el número dos de la narcoguerrilla- despachaba, recibía visitas internacionales y hacía fiestas, en un enclave que funcionaba desde hace un buen tiempo en el nororiente selvático de Ecuador.
El presidente venezolano Hugo Chávez, cuya locuacidad es su talón de Aquiles, acaba de declarar que “hubo un tercer intento de liberación (de rehenes cuando) yo le pedí a Rafael Correa que lo hiciéramos por Ecuador (y) esa fue la razón por la que el portavoz de las FARC (Raúl Reyes) fue a territorio ecuatoriano”.
Si Chávez sabía que Reyes operaba en un campamento en Ecuador, debió haberlo sabido Correa, más aun que envió a su Ministro de Seguridad Interna y Externa, Gustavo Larrea, para negociar con el guerrillero, supuestamente sobre los rehenes, pero también sobre garantías para el accionar en Ecuador de la banda armada.
Toda esa información estaba disponible, parcialmente, en los altos niveles del gobierno y en su totalidad en los estamentos militares de inteligencia. Igual ocurre en Colombia y en todos los países. Los militares no entregan toda la información a los gobiernos civiles que son transitorios y tienen compromisos políticos con Dios y el Diablo.
Bogotá pagó millones por la información que le permitió localizar en Ecuador al campamento de Reyes y, tras el ataque, los militares que primero visitaron sus restos fueron de inteligencia para recolectar la información que el el guerrillero almacenaba en varios computadores y que buen provecho la está sacando Colombia.
Ahora, en plena crisis, hay abundante información con el cúmulo de declaraciones y pronunciamientos de las partes involucradas en el conflicto y otras interesadas en involucrarse, como Venezuela. Simultáneamente fluye, bajo cuerda, abundante información sobre lo que Colombia sacó de los computadores de Reyes.
Esa información les tiene en zozobra a los gobiernos de Ecuador y Venezuela, en especial a Chávez y a Correa. No estamos preocupados los ecuatorianos. Quien esto escribe no lo está, porque no tiene arreglos secretos con delincuentes, traficantes de drogas, asesinos, secuestradores y asaltantes, que es lo que son los narcoguerrilleros.
Así que, resumiendo, la información y su manejo inteligente están, indudablemente, en el trasfondo de la crisis ecuatoriano-colombiana. Colombia cuenta con ayudas valiosas del exterior y, por la ya larga guerra civil que afronta, está mejor preparada en el manejo y recolección de información. En Ecuador, al respecto, estamos en pañales.
Lo único cierto es que quien tiene mejor y más rápida información, triunfa en el actual momento que vive el mundo. Por algo es cierto aquello de que quien tiene la información tiene el poder. Y, principalmente, la información, la mayor parte de ocasiones, permite que “el mentiroso caiga más pronto que el ladrón”. Por algo será.
publicadas por Jorge Aguirre Charvet #
4/15/2008 