Jorge Aguirre Charvet

Aunque los aprestos de guerra entre Ecuador y Colombia quedaron en el pasado, la guerra ahora es verbal o, como dice la OEA, de "retórica alta".

Ecuador y Colombia tienen concepciones diametralmente opuestas sobre el conflicto que ensangrienta al hermano país desde hace medio siglo y hasta que eso n o se defina, las diferencias se mantendrán o, si logran limarse las actuales asperezas, el problema de fondo y la confrontación volverán a surgir en cualquier momento.

El Secretario General de la Organización de Estados Americanos, José Miguel Insulza, inició este miércoles en Bogotá una nueva gestión para acercar posiciones entre ambos países y el viernes vendrá a Quito con el mismo objeto, aunque lo hará con la vergüenza en la cara, ya que Ecuador le acaba de enrostrar como inservible e inútil.

En efecto, el presidente Rafael Correa, de visita oficial en México la semana pasada, calificó de “inservible” a la OEA como instancia para que Ecuador y Colombia superen sus diferencias y propuso crearle un reemplazo que, como se recordará, es la vieja idea de los pocos izquierdistas desubicados que aun sobreviven en la región.

Correa habría tratado de ganarse el apoyo de su colega mexicano Felipe Calderón, pero los resultados están aún por verse. Calderón se reunió casi enseguida con su colega colombiano Álvaro Uribe, con quien sintoniza más, ideológicamente hablando, y habrían quedado superadas las diferencias que mantenían en un tema crucial.

México esperaba explicaciones por la muerte de sus connacionales en el campamento de la narcoguerrilla que Colombia destruyó el 1 de marzo en territorio ecuatoriano. Uribe dijo que no indemnizará a los deudos de los fallecidos, a los que calificó de cómplices de la narcoguerrilla y, por tanto, tan delincuentes como ella.

Es allí en donde se erigen las diferencias de concepción entre Quito y Bogotá. Uribe insistió en México que los delincuentes a los que pertenecía el campamento destruido en Ecuador son "el más temible proveedor de drogas del mundo, que mata, secuestra y tiene a 1.700 policías y soldados mutilados en hospitales de Colombia".

Mientras que para Uribe las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) son el cartel más grande de drogas del mundo en la actualidad y el más temible, para Correa son un “grupo irregular”, algo más o menos similar a la consideración de “fuerza beligerante” como las considera el inefable presidente venezolano Hugo Chávez.

En efecto, un comunicado oficial divulgado por Ecuador el lunes, dijo que “censura tajantemente los métodos de acción del grupo irregular FARC, y que jamás permitirá que las FARC o cualquier otro grupo irregular o regular actúe en el territorio ecuatoriano”. ¿Grupo irregular? ¿Qué es eso? Terminología vacua y cobarde, nada más.

Las FARC son ¿narcodelincuentes asesinos o grupo irregular? Para los Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea son, simple y llanamente, terroristas a los que hay que combatir, a sangre y fuego y exterminar. Como dice Colombia, Ecuador no puede dar síntomas de “permisividad” con bandas armadas que matan y asesinan como las FARC.

Así que mientras nos ponemos de acuerdo en los términos -pregunto- ¿qué hacemos los ecuatorianos para acallar los cada vez más evidentes síntomas que nos vinculan con esta hez? En un video que apareció el martes en www.youtube.com las FARC se congratulan con Correa y le piden establecer ¡relaciones políticas y diplomáticas!

El problema es que, en cualquier momento, aparecen nuevas pruebas incriminatorias sobre la grave acusación colombiana, divulgada el domingo, respecto a que Correa “desautorizó” a los militares en su accionar contra la narcoguerrilla o sobre el supuesto “aporte” de 100.000 dólares que le habría hecho la guerrilla en 2006.

Y otro punto pendiente: según Correa, nunca supo sobre la existencia del campamento guerrillero en Ecuador. Chávez la embarró recientemente cuando, contradiciéndole, sostuvo que había pedido a Correa mantener una reunión con la guerrilla, en el campamento que mantenía en Ecuador, para negociar la liberación de los rehenes.

Esa, la famosa reunión entre la guerrilla y el ministro Gustavo Larrea ¿Dónde mismo se efectuó? ¿En qué fecha? ¿Existe algún documento firmado sobre lo que allí se acordó? Según Correa allí se habló sobre los rehenes y temas humanitarios. Según la guerrilla, se acordaron garantías para su accionar sin obstáculos en el limite fronterizo.

Y por fin: ¿qué más hay de aquellos informes sobre las estrechas relaciones de los guerrilleros con integrantes del Partido de Correa? Se han publicado fotos sobre encuentros de confraternización e, incluso, sobre gestiones para ayudar en la realización de una reunión, en Quito, en febrero pasado, de grupos afectos a la guerrilla.

Hay mucho que aún no se ha explicado en forma completa y mucho que aún puede salir a la luz pública. El gobierno ecuatoriano ha dicho que no contestará pronunciamiento alguno de su par colombiano. Y si lo implica mucho más de lo que ya lo ha implicado con el “grupo irregular”, ¿mantendrá silencio? Nadie sabe qué mismo ocurrirá.