Jorge Aguirre Charvet

El gobierno colombiano reveló hoy que tiene pruebas que inculpan al Presidente de Ecuador, Rafael Correa, de haber impedido que los militares ecuatorianos adelanten operaciones en el territorio que controlan, contra la guerrilla narcoterrorista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

La fuerte acusación, primera orientada en forma directa contra el Presidente ecuatoriano, reiteró que el gobierno colombiano ha entregado varias pruebas sobre “posibles nexos con las FARC” de otros integrantes del gobierno de Correa y de miembros de su campaña electoral.

La andanada se erigió en un nuevo y grave obstáculo para el reestablecimiento de relaciones diplomáticas entre Quito y Bogotá, rotas hace un mes por Correa tras el ataque militar colombiano contra el campamento que el número dos de las FARC, Raúl Reyes, había levantado en territorio ecuatoriano.

Al respecto, el gobierno colombiano dijo que Correa incurrió en una flagrante contradicción, toda vez que había aceptado la sugerencia del Grupo Carter de contribuir, sin declaraciones negativas, a mejorar las relaciones con Colombia, mensaje positivo que envió a través del mismo Grupo Carter, al presidente Álvaro Uribe.

Puntualizó el gobierno colombiano: “sus recientes declaraciones (las de Correa) en México, demuestran falta de seriedad ante el compromiso asumido con el Grupo Carter”. En efecto Correa, hablando en México, calificó de “payasadas” las advertencias colombianas sobre la presencia de las FARC en Ecuador.

Como puede verse, entonces, el conflicto en lugar de solucionarse tiende a agravarse. El Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, dijo hoy que aunque el conflicto diplomáticamente está resuelto, aún falta mucho para que las relaciones entre los países se normalicen en forma definitiva.

Es que esas relaciones no podrán normalizarse hasta que Colombia no acepte la demanda de Correa de no seguir escarbando y divulgando todas las informaciones que encontró en el campamento de Reyes, no solo contra el gobierno ecuatoriano, sino también contra el de su par venezolano, Hugo Chávez.

La última gestión en ese sentido la habría hecho Correa en México, ante el presidente Felipe Calderón, para que pida a Uribe que no continúe -como se dice vulgarmente- “aseando los excrementos con ventilador”. Si se descubre la real relación de Chávez y Correa con el terrorismo de las FARC, ambos se convertirán en parias internacionales.

Según las pruebas disponibles Chávez ha dado un fuerte apoyo a la guerrilla la que, en cambio, ha mantenido negociaciones con un Ministro del gobierno de Correa y, en 2006, durante la campaña electoral y antes de ella, fraternizó con integrantes de su Partido, Alianza País y le entregó un aporte de ayuda por 100.000 dólares.

Existe la posibilidad que entre los documentos que Colombia aún no muestra, consten algunos que prueben fehacientemente ayudas concretas del gobierno de Correa a la guerrilla para, por ejemplo, montar su campamento en territorio ecuatoriano, la entrega de equipos y pertrechos, así como compromisos para no repelerla militarmente.

Colombia dijo hoy que tiene pruebas según las cuales Correa habría impedido que los militares ecuatorianos combatan en Ecuador a la guerrilla colombiana. La acusación es igual de grave como la que vincula al venezolano Chávez con la guerrilla para entregarle grandes cantidades de dinero, facilitarles negocios y proveerle armas, vituallas y pertrechos.

Colombia complicó aún más el panorama al decir que “rechaza al atenuante con que el Presidente Rafael Correa quiso favorecer la presencia de las FARC en su territorio, al argumentar que se trataba de un campamento de paso, cuando en realidad se demostró que era un campamento permanente”. Colombia, con diplomacia, dice que Correa mintió.

Colombia vapuleó a Correa que acusó de traición a los militares ecuatorianos y provocó su descabezamiento, al decir que “el Presidente Álvaro Uribe asumió directamente la responsabilidad del operativo (en territorio de Ecuador) y no la descargó en las Fuerzas Armadas, no desorientó a la opinión pública ni maltrató a la cúpula militar”.

Y la andanada continúa: “el Gobierno de Ecuador se contradice al asegurar que no sabía de la presencia de las FARC ni de Raúl Reyes, mientras otras veces reconoce y asegura que mantuvo contactos con ese grupo terrorista para buscar un acuerdo humanitario. El Gobierno ecuatoriano fue informado muchas veces de la presencia de las FARC en su territorio”.

El comunicado oficial colombiano precisó también que la protesta ecuatoriana contra las fumigaciones en la zona de frontera para erradicar los cultivos de hoja de coca “siempre ha tenido como promotor al grupo terrorista de las FARC”; que desde Ecuador las FARC atentaron contra ciudadanos y Fuerza Pública de Colombia; y, que, desde Ecuador, las FARC activaron minas antipersonal que asesinaron a colombianos.

Por fin y sobre la presencia de ecuatorianos, mexicanos y ciudadanos de otros países en el campamento guerrillero, el comunicado precisó que “quienes están en un campamento terrorista en cualquier actividad distinta al cumplimiento de una misión humanitaria autorizada, incurren en el delito de concierto agravado para el terrorismo.

El colofón oficial colombiano, como quien no dice, es para recordar al gobierno de Correa que la narcoguerrilla
- secuestró a la ciudadana colombo-francesa Ingrid Betancourt y demás integrantes del grupo de víctimas, entre ellos, tres ciudadanos norteamericanos y 750 colombianos
- participó en el secuestro y asesinato de Cecilia Cubas, hija del ex presidente de Paraguay, Raúl Cubas
- recluta menores de edad
- mutila niños con minas antipersonal
- se financia con el narcotráfico
- comete atentados con carros bombas y masacres.

Todo esto -concluye el comunicado oficial colombiano- evidencia que las FARC es un grupo terrorista, tal como lo ha declarado Canadá, la Unión Europea y Estados Unidos y que la violencia contra la democracia es terrorismo, para lo que basta leer la legislación de la Organización de las Naciones Unidas.

En resumen, un duro ataque directamente dirigido al Presidente de Ecuador y a su gobierno y Partido. La acusación es demasiadamente clara: Correa, su gobierno y su Partido apoyan, igual que Chávez, al terrorismo. De allí a que también con Chávez se los considere que lideran Estados terroristas, hay un solo paso.