Jorge Aguirre Charvet

Hace más de un año el prepotente presidente ecuatoriano, Rafael Correa, dijo haber resuelto que el 25 de junio de 2008 vuelva a circular el tren entre Quito y Guayaquil. En dos días estará operativo solo el tramo del ferrocarril entre Quito y Tan-pillo, perdón, Tambillo, apenas un tres por ciento de la enrrieladura sierra-costa de 965 kilómetros.

El 8 de junio de 2007 Correa y su equipo de sabios abogados demandó al Director del Diario La Hora de Quito, por supuestas injurias en contra de su altísima magistratura. El miércoles pasado el juez Vicente Altamirano Jácome menospreció la denuncia del magistrado supremo Rafael Correa, la consideró sin fundamente y ordenó su archivo.

La que se ha convertido en “robolución ciudadana”, luego que el jurisconsulto Ramiro Borja y Borja la acusó de ser “corrupta y corruptora”, no da pie con bola y está igual que la, esa sí auténtica, “robolución bolivariana” del socio y amigo de Correa, el corrupto presidente venezolano Hugo Chávez y su pléyade de “robolucionarios”.

Chávez lleva ya una década en el poder. Ha gastado miles de millones de dólares en auténticas aventuras y el pueblo venezolano es ahora más pobre que hace 10 años. En diciembre pasado perdió un referéndum con el que pretendía perpetuarse en el poder. El pueblo venezolano le dijo NO y en 2013 fenecerá su mandato.

Correa que acaba de cumplir 17 meses de mandato registra un deterioro notable en su aceptación y popularidad, la inflación alcanza ya los dos dígitos, el trabajo escasea, no existe inversión y, en septiembre, el pueblo deberá aprobar la nueva Constitución que él y sus amigos preparan, en una consulta que, según los sondeos, ganará el NO.

Así como el pueblo venezolano le dijo NO a Chávez en diciembre de 2007, el pueblo ecuatoriano, en tres meses, podría decirle NO a Correa. Ambos engañan por igual a sus respectivos pueblos y, peor aún, han pactado a sus espaldas con la hez de la humanidad, el narcoterrorismo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Lo del tren Quito-Guayaquil es muy triste. Correa ofreció rehabilitarlo hace un año porque necesitaba el voto de los miles de ecuatorianos que viven a lo largo de la vía férrea, cuya puesta en funcionamiento, les habría deparado días mejores. Esa gente votó por Correa y ahora ha descubierto que fue engañada de la forma más miserable y ruin.

En dos días Correa guiará al tren entre Quito y Tan-pillo, perdón, Tambillo, apenas 23 kilómetros y pueblos como Tixán, Alausí, Huigra, Puebloviejo, Colta, Guamote, Palmira, Cajabamba, San Juan, San Andrés, Bucay, Sibambe, Mocha, seguirán esperando el tren. ¿Qué les ofrecerá ahora Correa para que voten por él? ¿Aeropuertos?

¿Y en donde están los abogados expertos que iban a meter a la cárcel al Director del Diario La Hora, por injuriarle? El juez Altamirano menospreció la demanda Lo único que Correa puede hacer, está demostrado, es ordenar a unos de sus “perros” que encarcele a todos aquellos que hacen gestos obscenos al paso de su caravana. Nada más.

El ridículo experimento gubernamental en Ecuador que data de enero de 2007, cada día que pasa, se demuestra solamente como un auténtico “parto de los montes”. La fábula de Santillana cuenta que tras el duro fragor de la montaña, que presagiaba erupción tremenda, reveló tan solo, por una sus estribaciones, a un debilucho ratoncillo.