Jorge Aguirre Charvet

El presidente venezolano Hugo Chávez y su gobierno corrupto han sido puestos en evidencia a nivel mundial y su reacción ha sido, como siempre, escandalizar e insultar al género humano, montando un espectáculo para desviar la atención de su real condición delincuencial, que se olviden momentaneamente los problemas políticos y económicos y, de paso, tratar de revertir la tendencia que lo encamina a una derrota electoral.

El ecuatoriano Rafael Correa, como acostumbra, se unió hoy al espectáculo con gran abundancia de gestos y una singular teoría que homologa la actual realidad boliviana con la de Ecuador. Es que Correa y Chávez afrontarán en septiembre y en noviembre procesos electorales y aunque el primero está seguro del triunfo, el segundo podría repetir la derrota que el pueblo venezolano le propinó en diciembre pasado.

Los hechos

El gobierno estadounidense denunció el jueves al recientemente defenestrado ministro venezolano del interior, Ramón Rodríguez Chacín y a Hugo Carvajal Barrios, director de la Dirección General de Inteligencia Militar y a Henry Rangel Silva, director de la policía secreta venezolana DISIP, por complicidad con banda armada y narcotráfico.

Simultáneamente la justicia estadounidense comenzó a revelar la relación de Chávez y su gobierno con el “escándalo del maletín” o el envío, hace un año, desde Caracas, de 800.000 dólares que se detectaron en el aeropuerto de Buenos Aires, para la campaña de la entonces candidata a la presidencia de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner.

Así las cosas y cuando son inminentes otras nuevas y graves revelaciones, Chávez y su tramoya montaron el show, cuya partitura de arranque incluyó el ingreso a nuestra región, a través de Venezuela, de los militares rusos y su parafernalia, convirtiendo a Latinoamérica en el flamante escenario de la confrontación entre Washington y Moscú.

Tras lograr que el presidente boliviano, Evo Morales, expulsara al embajador estadounidense, Philip Goldberg, Chávez hizo lo propio con el jefe de la diplomacia estadounidense en Caracas, Patrick Duddy. Washington, en represalia, expulsó a los embajadores, Gustavo Guzmán de Bolivia y Bernardo Álvarez de Venezuela.

En el interregno Chávez y sus íntimos denunciaron, por enésima ocasión, una intentona golpista incluyendo su asesinato. La truculenta revelación identificó a un grupo de uniformados como los “responsables” que fueron detenidos, con el acostumbrado derroche mediático y teatral al que Chávez tiene acostumbrada a su gente.

Situación en Ecuador

Hoy el inefable presidente ecuatoriano Correa saltó al ruedo -cuando no- y denunció que también existía un complot en su contra, colocando, por igual, en el grupo de responsables, a los jerarcas de la Iglesia Católica y a los habitantes de la provincia costera del Guayas que con el alcalde Jaime Nebot lideran la oposición a su gobierno.

Pero a Correa ya nadie le cree. Hace algunos meses denunció que trataron de matarlo mediante el disparo de un misil desde una colina contra el Palacio de Gobierno. Tres personas fueron detenidas y todo quedó completamente en el olvido, al igual que sus insistentes afirmaciones sobre una supuesta conspiración en su contra.

De lo que existen pruebas es que -igual que el ex ministro venezolano Rodríguez Chacin- el ministro Gustavo Larrea del gobierno de Correa mantuvo en el paso relaciones con banda armada. Acusaciones similares pesan contra Marcelo Larrea, hermano del ministro y María Augusta Calle, del partido de gobierno.

También existe prueba documental respecto a que en 2006 Correa recibió de la misma banda armada: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), 200.000 dólares para ayudarle a financiar la campaña electoral que le llevó a la Presidencia de Ecuador. Correa y sus cercanos lo han negado.

Tras vincular a Rodríguez Chacín con las FARC, una oficina gubernamental de Estados Unidos divulgó un grafico sobre esa interconexión ilegal. El gráfico que encabeza este post constituye una recreación, absolutamente hipotética, sobre la identidad de los supuestos contactos en el gobierno ecuatoriano del narcoterrorismo colombiano